martes, 18 de septiembre de 2007

Escondida



Esto fue un mix... inspirado en lo que me contaste, amiga... y de algunas "experiencias" propias jajaja... (un desastre...lo sabes!!!)

sabemos que la histeria es parte de nuestro mundo femenino... pero no hay nada q hacer... de ellos tambien!!!

me pregunto a veces el porquè de estas actitudes... y veo que hay mucho ego metido en nuestra humanidad...

Siempre vuelve el desencuentro, con aquellas personas, o con aquellas situaciones de la vida que tanto "amamos-odiamos" a la vez, y es necesario volver a perderse para volver a reencontrarse y asi... ( ja! esto lo digo siempre.. q pesada...)
ojalà pudieramos simplificar un poco algunas historias, y actuar segun lo indiquen nuestros corazones...

ojalà pudieramos combatir lo que se llama "rutina" y descubrir que todos los dias son ùnicos... estemos donde estemos y con quien estemos...

y ojalà valoremos mas seguido "lo que hay", "lo obvio", "lo presente"

"ojalà que la tierra no te bese los pasos..."


Mientras trato de conseguir estos "ojalàs ideales"... les escribo de mis "ouch... reales"

Acompaño estas palabras vuelteras con un texto de Luis Buero que siempre me gustò... y que otros odiaron... q va `cha che... sera cuestion de "sincronizar" y acordar esas energias opuestas...

SI... EN ALGUNOS MOMENTOS OCURRE...

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Se me filtrò su canciòn
por su gesto natural
Es ese segundo y nada
Nada mas, en mi mural

Esta pared tan alta
Derribò con su exhalar
Con su constante murmullo
Con su profundo mirar

El tiempo que vive o muere
Cuando me habla en el aire
Es mi
"eterno provisorio"
Su pestaneo me arde

En mis sueños aparece
Mejor andate a otra almohada
Molestà a otras conciencias
Solo tengo una frazada

Parecemos dos enanos
Jugando una y otra vez
a una eterna “escondida”
cigarrillo cuarenta y tres

Creo que siempre estaremos
Al poliladron jugando
Vos tirando dinamitas
Yo mis manos arrestando

No me juegues a la mancha
Ni al truco.. menos los dados
No quiero el gallito ciego
menos jugar quemado

“a los treinta nos casamos”
decìs, ponièndote el traje
ahí si vamos a jugar
segurìsimo al ring raje


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DOS ALMAS
Por Luis Buero

Cansado de tantas frustraciones amorosas, había decidido no volver a interesarme por una mujer. Por culpa de la publicidad televisiva, las películas condicionadas y algunos chistes verdes, me resultó imposible enfrentar yo solo, la soledad..


Entonces, desde que Ella y Yo somos novios, encaro esta relación de pareja de otra manera. Ella también ha sufrido mucho y si bien tenemos caracteres totalmente opuestos, ella ha dejado que determine el curso de nuestras vidas.

Sabiendo que el amor eterno dura, más o menos, dos años, o treinta meses, no más, la técnica que utilizo para que nuestra unión perdure es la del desencuentro. Por ejemplo, un sábado la llamo por teléfono antes del mediodía y le digo las palabras de amor más bellas que un humano pueda imaginar. Con aire romántico, no olvido elogiar las partes de su cuerpo que más venero, provocándole una gran ansiedad.


Luego propongo encontrarnos en la zona de Retiro, digamos, junto a la Torre de los Ingleses, entre pajueranos y marineros.
Pero ella sabe, (sus venas y nervios lo saben), que yo no iré, que investigaré en el mapa de la ciudad cuál es el lugar geográficamente opuesto y desesperado, como si en realidad fuera allí donde la cité, la rastrearé por todas partes. Quedaré desolado.
Ella, por su parte, me esperará infructuosamente en el sitio indicado, y volverá amargada y tensa al hogar.

Otras veces le he dicho que voy a estar caminando por la avenida Rivadavia del 4200 al 5500, entre las seis y siete de la tarde. Si quiere verme deberá caminar en el mismo sentido o de manera inversa en ese horario. Pero como supone que puedo haber entrado en un bar o negocio, estar sentado en un gran banco de la Plaza Lézica o recorriendo un shopping nuevo, o paseando por las galerías de José María Moreno, estará nerviosa y expectante todo el tiempo.

Ella, a su vez, me ha citado en calles sin nombre y sin número, o cortadas tan pequeñas que ni figuran en los mapas, o frente a un barco rojo o negro en el puerto de La Boca, o frente a cierta tumba sin flores del cementerio de Avellaneda.

Nos hemos intentado ver en los ascensores de la firma Olivetti, en la tribuna popular de Boca un domingo en pleno clásico, en los pasillos del laberíntico Ministerio de Bienestar Social, en las salas de la Biblioteca Nacional, en las escaleras de la Caja Nacional de Ahorro, frente a la Casa Rosada un primero de mayo de aquellos en los que todavía los presidentes convocaban a las masas, durante una peregrinación a la Basílica de Luján y en la estación Plaza Miserere a eso de las siete de la tarde, cuando los hombres suben a los trenes como ovejas espantadas. Fijamos como fecha posible para nuestra boda, el día en que vuelvan a juntarse Los Beatles.

Desde que empezamos el noviazgo, hace siete meses, solo la he visto cinco veces, de las cuales dos son válidas y circunstanciales, pues de las otras tres, dos fueron reuniones de familia y en la tercera hice trampa.

Pero en esas dos, en esas dos verdaderas, nos amamos hasta la locura, nos mordimos las lágrimas y las manos, y juramos, entre besos, seguir buscándonos toda la vida.

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"...o frente a un barco rojo o negro en el puerto de La Boca"

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